Cuando resta por trillar alrededor del 15% del área implantada de soja en la zona de El Trébol, la condición climática comienza a jugar un papel trascendental. Si bien se está lejos de la “catástrofe” que fue la campaña del año 2016, donde la soja se brotaba y en consecuencia llegaba a pudrirse el grano, en esta ocasión, la mala calidad del grano proviene del estrés por altas temperaturas que la planta padeció en pleno verano.
Consultado el Ingeniero Agrónomo de la Cooperativa Agrícola Ganadera de El Trébol Limitada, Germán Kast, explicó que: “Por el momento y a pesar de las constantes precipitaciones que estamos teniendo, vemos que han entrado muy pocos granos afectados o manchados en tegumento o de algún tipo de podredumbre. Los daños quizás están más marcados en los lotes de inferior calidad, donde a fines de enero y principios de febrero sufrieron muchísimo los golpes de calor y esas sojas quedaron afectadas, con retención foliar, chauchas secas y granos dañados”.
Si bien el principal causante de los granos dañados fue el calor, afortunadamente no se dio en todos los lotes: “No pasa por una determinada variedad de soja, sino que depende de la calidad del suelo donde fue sembrada la soja. Si el lote es considerado bueno, más resiste el estrés térmico, siendo todo lo contrario en suelos de calidad inferior, donde sin lugar a dudas, son los lugares donde se ven granos más dañados”, precisó Kast.
Por último, el Ingeniero de la Cooperativa destacó que: “A pesar de los vaivenes climáticos, la cosecha está siendo buena; obviamente, atípica ya que hace años no sucede que estamos prácticamente a mediados de mayo y aún queda mucho por cosechar, con las complicaciones que esto genera”, concluyó.